El pasado domingo quedó inaugurada la temporada 2009 de Fórmula Uno en la que Lewis Hamilton intentará revalidar su título, Alonso recuperar su trono, Massa ganar el mundial de una maldita vez y Raikkonen confirmar que sí se toma en serio su trabajo.
Sin embargo, este año puede ser recordado como el de Brawn GP, una escudería que nació entre titubeos, dudas, falta de dinero y a última hora pero que ya ha hecho historia: ningún equipo debutante había subido a los dos escalones más altos de podio en su primera carrera.
En Melbourne se pudo apreciar que este año el circo ha dejado de ser en blanco y negro (es decir, plateado y rojo) y se ha pasado al color. La carrera australiana ha sido un anticipo de lo que parece ser el mundial más reñido de los últimos años. Además del citado Brawn GP, Red Bull y BMW han logrado una ligera ventaja sobre los eternos ganadores y grandes lobbys de la competición.
Incluso, me sorprendió que durante algún tramo de la carrera los Force India estuvieran en las posiciones cabeceras, cuando el año pasado tardé varios grandes premios en ver el color de su chasis. Aunque al final la escudería del multimillonario indio sigue avocada a ocupar las últimas posiciones.
Con KERS o sin él, con difusor o sin él, ahora todos los equipos parecen estar más cerca. Después de mucho tiempo de monotonía, donde McLaren y Ferrari se repartían la tarta, resulta esperanzador que 2009 pueda ser el año de la igualdad, la competitividad y donde doce, y no cuatro pilotos, luchen por la victoria. El domingo en Malasia habrá que ver si de verdad la tónica continúa.
A. Alvarez Rodrigo
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