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jueves, 23 de abril de 2009

Aquellos "maravillosos" presidentes

La semana pasada Joan Gaspar saltó de nuevo a las portadas del mundo periodístico deportivo con unas “made in” Gaspar : “No voten a Florentino. A mí me arruinó”. Echaba ya de menos comentarios como este, muy comunes en los años 90. Entonces el ex vicepresidente y ex presidente del F.C. Barcelona encarnaba un papel protagonista cuando en el Real Madrid mandaban Ramón Mendoza (d.e.p.) y, más tarde, Lorenzo Sanz.

Las declaraciones cruzadas, amenazas, desprecios e insultos estaban a la orden del día. Pero la caterva de presidentes polémicos era mucho mayor: Josep Lluís Núñez, Jesús Gil (d.e.p.), Francisco Roig, Javier Pérez (d.e.p.), José María Caneda , Juan José Hidalgo, Horacio Gómez… Ellos y muchos más daban jugo a la Liga. Acuérdense de aquella batalla entre Gil y Caneda en la sede de la Liga de Fútbol Profesional o los enfrentamientos entre Lorenzo Sanz y Gaspar, tras la primera y última visita del presidente blanco al Camp Nou.

Porque en los 90 era muy común que ciertos presidentes no pisasen ciertos estadios. Gil era especialista. Por su parte, María Teresa Rivero iba a todos. Pero… ¿qué me dicen de sus siestas? ¿Y de sus insultos a los árbitros al final de los encuentros? Otro mítico era Augusto César Lendoiro. ¿Cuántas veces se enfrentó a la UEFA? Sin embargo, el tiempo ha calmado al gallego, que ahora pasa mucho más desapercibido.

El carácter del presidente actual nació con Florentino Pérez. Su llegada en el año 2000 impulsó un nuevo tipo de máximo dirigente: educado, cordial, sosegado, callado, siempre sonriente y sin una mala palabra. Todo lo contrario a la tónica dominante hasta entonces. Llegaron Jaime Ortiz, Carlos Suarez o Fernando Roig para afianzar la figura de Pérez. Aunque algunos se mantienen en el pasado, como Manuel Ruíz de Lopera, impertérrito y siempre controvertido. O Caneda, viejo roquero, que aún en Tercera División sigue con su mal carácter.

Otros, como Ramón Calderón, intentaron mantener la mística. Pero siendo sinceros, por muchos discursos que meta Joan Laporta nunca será como Gaspar; por mucho que lo intente Enrique Cerezo, jamás logrará polemizar como Gil. Aquella Liga, la de las Estrellas, tenía auténticos galácticos en los palcos para divertir a la afición.



A. Alvarez Rodrigo

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