El objetivo

El equipo ganador es el que se levanta el primero después de una derrota

viernes, 26 de noviembre de 2010

Ferrándiz y Mourinho

A veces en el deporte hay que tirar de historia. Les invito a retroceder hasta los albores de los 60, a la temporada 1961-62. Copa de Europa de baloncesto para el Real Madrid, entonces entrenado por el gran Pedro Ferrándiz. El conjunto blanco, que no había llegado a ninguna final de la competición continental, se había reforzado a conciencia para seguir los pasos de su hermano futbolístico y conquistar el preciado trofeo.

En el duro caminar, en octavos de final, el Madrid se enfrentaba al Ignis de Varese. El partido de ida, en Italia, según cuentan las crónicas, fue un auténtico infierno, pero el equipo blanco dio la cara hasta el final. Entonces apareció el genio de Ferrándiz. Con los americanos fuera de combate, empate en el marcador y a falta de dos segundo, el alicantino solicitó tiempo muerto para... ¡hacerse una autocanasta! Sí, sí. Ferrándiz prefería perder de dos que jugar la prórroga y caer vapuleado. Semejante estrategia obligó a la FIBA a erradicar esta laguna en el reglamento.

La estrategia de José Mourinho el martes fue mucho más sutil, aunque televisada en directo, más que nada porque el portugués tiene 20 cámaras encima todos los partidos. Sin embargo, realizó una estratagema que tiene cabida en el reglamento. Los técnicos o clubes que tachen de hipócrita o tramposo a Mourinho o al Madrid se estarán calificando como tal, porque no hay quien no haya utilizado la acción de provocar la ‘quinta amarilla’ para salvaguardar a un futbolista de un partido importante.

Ferrándiz escogió perder para luego ganar. Su inteligencia, su ojo guerrero le hizo ver que caer por dos era ganar. Mourinho, capaz de ver más allá del resultado, perfeccionista él, ya pensaba en los octavos de final. Planteamientos como la ‘autocanasta’ hicieron grande a Ferrándiz; estratagemas como la de Ámsterdam han hecho que Mourinho sea un ganador ¿Por qué criticarlo entonces si en el reglamento no está sancionado?

sábado, 20 de noviembre de 2010

Mancillar la estrella II

Hace poco más de un mes escribía en esta misma columna (o espacio cibernético, como quieran llamarlo) sobre el papel de la Selección Española en el amistoso ante Méjico. Culpaba entonces a Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol, de mancillar la reciente coronación mundial de La Roja debido a su afán recaudatorio con un partido fuera de lugar.

Tras este tiempo la situación se ha agravado, pero no es cuestión sólo del presidente. España ha encajado un doloroso global de 8-1 en dos amistosos ante Argentina y Portugal. No hay escusas: ni los viajes, ni el Clásico, ni las lesiones, ni las rotaciones… El Campeón del Mundo no puede nunca, y digo nunca, encajar semejantes goleadas apenas cuatros meses después de haber alzado el trofeo.

Toque de atención, pues, a Vicente del Bosque y a los jugadores. Ahora portan una camiseta que tiene, si cabe, aún más valor, prestigio e historia y hay que hacer honor a ello. Una derrota, dos derrotas o hasta diez derrotas son asumibles y perdonables, pero no la imagen que ha reflejado España por el mundo en estos últimos meses.

Sé que eran dos amistoso, pero ahora debemos comprender que para La Roja ya no hay amistosos, un eufemismo evidente, pues nuestros rivales quieren, van y hacen todo los posible para ganarnos, no piensan en pasar el rato con el Campeón Mundial. Esta Selección ganó el Mundial, y tiene la obligación de pasear con orgullo y dignidad la estrella que corona el escudo. No valen las escusas y no cabe otra derrota tan vergonzosa.

sábado, 6 de noviembre de 2010

El oprimido corazón de la élite

Miguel García, Rubén de la Red y Fabricio Oberto. Tres nombres y un órgano en común: el corazón. Los tres han dicho adiós al mundo del deporte profesional en las últimas 72 horas por problemas en motor del cuerpo. En el recuerdo, Antonio Puerta, Dani Jarque, Miklos Feher, Vivien Foe… éstos no tuvieron la suerte de salvarse; García, De la Red y Oberto, sí.

Tal cantidad de infartos y problemas en el corazón comienza a preocupar a la sociedad por su alta frecuencia. Otros, como en Italia, se pregunta por qué ocurre tanto en España (sombra del dopaje…); y están los que como Pepe Mel comentan rotundamente que “en mi época ésto no sucedía”.

Para los italianos no tengo respuesta, si acaso me atrevo a decir que por aquellos recónditos caminos de la casualidad. Los médicos deportivos manejan unas cifras: los infartos en deportistas de élite los sufren uno de cada 50.000; mientras que en los deportistas no profesionales la proporción baja hasta uno de cada 500.000.

Le escuché decir a un cardiólogo en una tertulia que ahora el deporte profesional, a nivel cardiovascular, es perjudicial. Me agarro al comentario para contestarle a Mel. En su época el ritmo de juego, la exigencia a los deportistas, el profesionalismo resultaba infinitamente inferior al actual.

¿Las causas? Ni los propios galenos las saben. Ocurre y, por el momento, la única solución es la prevención, la misma que salvó a García, De la Red y Oberto. La FIFA, la NBA y organismos semejantes deberían tomarse en serio y volcarse en analizar el tema. Quizá no lo hagan porque pueden acabar descubriendo que es “su negocio”, con tantos partidos, tantos viajes, tanto estrés el que aumenta el riesgo. O quizá ya lo sepan y no lo quieran admitir.