John Carlin es un articulista del diario El País. Tanto le da escribir de fútbol como de política. En los dos ámbitos se desarrolla con naturalidad. A continuación os dejo su artículo semanal de deporte que se publica todos los domingos. Original, desde la introducción de una frase al inicio hasta la perspectiva de los temas que trata, Carlin intenta desmitificar la realidad de la Premier. Comparto con él casi todo sus argumentos, salvo uno: el Liverpool juega mejor de lo que dice. Claro está, es mi opinión.
"Jugar contra un equipo que se defiende es como hacer el amor con un árbol".
Jorge Valdano, ex futbolista, ex entrenador y poeta argentino.
La semana en la que nos enteramos de que la deuda de los clubes de fútbol españoles con Hacienda rebasa los 627 millones de euros llegan noticias de que el pronóstico en Inglaterra es más lluvia de dinero. Se trata en este caso de unos 1.400 millones por derechos televisivos que los 20 clubes de la Premier League se repartirán entre 2010 y 2013, lo cual significa sólo la mitad del total que ingresarán una vez que se sumen, entre otras cosas, los derechos televisivos internacionales.
La duda, tras ver el partido de Copa entre el Liverpool y el Everton del miércoles, es si el público aguantará tanta telebasura durante cuatro años más; si Rupert Murdoch y los demás inversores se llegarán a preguntar si hubiera sido más rentable gastar su dinero en perversos reality shows o en competiciones sadodeportivas japonesas.
El del miércoles fue el tercer partido que los dos equipos de la ciudad de los Beatles disputaron, entre Copa y Liga, en 14 días. Jugaron un total de 300 minutos, y marcaron cinco goles. Lo cual en sí no sería tan lamentable si no fuera por el hecho de que en cada minuto de cada partido el nivel de juego descendía y descendía hasta que al final, cuando el último partido llegó al horror de la prórroga, la única alternativa a apagar el televisor era el suicidio. O cambiar al otro canal donde pasaban el Sevilla-Athletic de la Copa del Rey.
El televidente sensato lo hubiera hecho, en realidad, mucho antes y lo que hubiera visto fue, en comparación, un deleite para los sentidos. El partido en Liverpool se disputó en condiciones de campo perfectas; el de Sevilla, tras un brutal chaparrón, en condiciones más dignas del waterpolo. Pero lo que llamaba la atención al zapear de un partido al otro era la maravillosa fluidez relativa, la intensidad y la precisión del partido entre los andaluces y los vascos. Regates, pases al pie, certeza en el primer toque: cosas tan sencillas como inimaginables en el partido inglés.
En el caso del Everton, que ganó el partido, era (casi) perdonable. Tienen muchos lesionados y más de la mitad de los jugadores eran ingleses. El Everton sólo tenía un español en sus filas, Mikel Arteta. En el Liverpool jugaban cinco españoles, y sólo dos ingleses. Y el entrenador era el madrileño Rafa Benítez, cuyo mensaje a su equipo parecía ser "aguantemos hasta los penaltis". La verdad es que en casi todos los partidos del Liverpool de Benítez, desde el primer minuto hasta el último, la filosofía parece ser esa, aunque no haya penaltis.
Después de ver jugar (si esa es la palabra) al Liverpool, su rival dentro de dos semanas en la Champions, el Madrid más gris que se recuerda, es en comparación el Cirque du Soleil, la filarmónica de Viena. La misma comparación es válida esta temporada entre la totalidad del fútbol inglés y el español: otro de los misterios del fútbol, porque hace un año ver un partido de la Primera División española después de uno de la Premier solía ser bastante deprimente. Uno era insípido, el otro combinaba músculo, tensión y talento.
Pero esta temporada la Premier se ha desinflado. El Manchester ganó 0-5 contra el colista la semana pasada pero en general ha arañado sus victorias, en partidos feos. El Chelsea de Scolari es una triste sombra de lo que fue. El Arsenal, tras la dura lesión de Cesc, ha perdido la brújula. Y el Liverpool, no hay mucho más que decir, salvo señalar que ver al Barça ganar al Mallorca sin despeinarse 24 horas después del partido contra el Everton, fue ascender a una dimensión de vida superior.
En el fútbol inglés no hay crisis en las cuentas bancarias, pero el campo de juego está, a día de hoy, en plena recesión.
Foto: AFP
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