La temporada del iurbentia Bilbao Basket es, hasta el momento, impecable. Que un club humilde como el vizcaíno esté segundo a un triunfo del líder, el Real Madrid, en la jornada 18 y con más victorias que otros colosos de la ACB, merece un reconocimiento del mundo baloncestístico y un análisis del porqué de la situación.
Para ello debemos remontarnos al inicio del proyecto, hace ocho años cuando el club militaba en LEB-2. Como todos los planteamientos deportivos de una entidad humilde la ilusión pesa los mismos kilos que el propósito utópico que se fija. Tras una primera mala temporada, llega Txux Vidorreta, y, junto a él, los ascensos de categoría. En cuatro años el club había llegado a la élite, y la ACB era una realidad palpable.
Pero lejos de desesperarse y liarse la manta a la cabeza con revoluciones innecesareas, la dirección del club siguió confiando en el cuerpo técnico que le había llevado a lo más alto. Tras dos temporadas titubeantes en las que se salva el cuello en las últimas jornadas, llega una tranquila, la pasada, en la que los aficionados empiezan a vislumbrar un proyecto que crece y en que se puede creer.
Con un patrocinador nuevo, iurbentia, que apuesta de verdad por el club, el Bilbao Basket mantiene el bloque la de temporada anterior (Salgado, Recker, Banic, Rancik y Weis), y se refuerza con tres piezas básicas: Marcelinho Huertas y Paco Vázquez (cedido por el DKV Juventud) y Qincy Lewis. Es decir, no se ficha por fichar, sino sólo lo que se necesita. Sin embargo, en el primer partido el equipo cae en Murcia. Pero nadie se pone nervioso.
Las jornadas pasan y el iurbentia Bilbao va de sorpresa en sorpresa: aplastante victoria en Badalona (58-81); histórico triunfo en Vitoria (78-80); una brillante clasificación para la Copa del Rey; y se convertir en el primer equipo que usurpa, siete años después, uno de los dos primeros puestos a los grandes del campeonato (Tau, Unicaja, Barça, Pamesa y Real Madrid).
Otros clubes lo intentaron antes, incluso con mucho más dinero. Pero fracasaron. El Akasvayu Girona es un ejemplo. Éstos, a diferencia del iurbentia Bilbao Basket no tuvieron paciencia, ni confianza en ningún proyecto ni en ningún hombre. En definitiva, les faltó lo que parece que le sobra a los bilbaínos: sentido común.
Para ello debemos remontarnos al inicio del proyecto, hace ocho años cuando el club militaba en LEB-2. Como todos los planteamientos deportivos de una entidad humilde la ilusión pesa los mismos kilos que el propósito utópico que se fija. Tras una primera mala temporada, llega Txux Vidorreta, y, junto a él, los ascensos de categoría. En cuatro años el club había llegado a la élite, y la ACB era una realidad palpable.
Pero lejos de desesperarse y liarse la manta a la cabeza con revoluciones innecesareas, la dirección del club siguió confiando en el cuerpo técnico que le había llevado a lo más alto. Tras dos temporadas titubeantes en las que se salva el cuello en las últimas jornadas, llega una tranquila, la pasada, en la que los aficionados empiezan a vislumbrar un proyecto que crece y en que se puede creer.
Con un patrocinador nuevo, iurbentia, que apuesta de verdad por el club, el Bilbao Basket mantiene el bloque la de temporada anterior (Salgado, Recker, Banic, Rancik y Weis), y se refuerza con tres piezas básicas: Marcelinho Huertas y Paco Vázquez (cedido por el DKV Juventud) y Qincy Lewis. Es decir, no se ficha por fichar, sino sólo lo que se necesita. Sin embargo, en el primer partido el equipo cae en Murcia. Pero nadie se pone nervioso.
Las jornadas pasan y el iurbentia Bilbao va de sorpresa en sorpresa: aplastante victoria en Badalona (58-81); histórico triunfo en Vitoria (78-80); una brillante clasificación para la Copa del Rey; y se convertir en el primer equipo que usurpa, siete años después, uno de los dos primeros puestos a los grandes del campeonato (Tau, Unicaja, Barça, Pamesa y Real Madrid).
Otros clubes lo intentaron antes, incluso con mucho más dinero. Pero fracasaron. El Akasvayu Girona es un ejemplo. Éstos, a diferencia del iurbentia Bilbao Basket no tuvieron paciencia, ni confianza en ningún proyecto ni en ningún hombre. En definitiva, les faltó lo que parece que le sobra a los bilbaínos: sentido común.
A. Alvarez Rodrigo
Foto: ADN.com
1 comentario:
Borja (sí, de Blas):
Toda la razón, la clave es la confianza en el proyecto y, especialmente, en Txus Vidorreta, un obrero del basket. Y la PACIENCIA: han sabido sufrir unas cuantas temporadas, xo han mantenido a piezas clave del esquema (sobre todo, Salgado, Weis y Recker) y han fichado hombres por encima de nombres: Huertas permite dar ese salto de calidad; pero otros como Paco Vázquez, Lewis o Pasalic, que nunca van a valorar 35, entran en la rotación y mantienen el nivel del equipo. De chapeau su temporada.
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