El objetivo

El equipo ganador es el que se levanta el primero después de una derrota

miércoles, 16 de enero de 2008

A vueltas con el himno

Resulta que nos tiramos la tira de años sin tener una letra que cantar mientras suena el Himno Nacional, y cuando lo encontramos, acaba siendo asesinado con una puñalada por la espalda. Alejandro Blanco, cuando llegó al Comité Olímpico Español, fijó como uno de sus objetivos prioritarios darle alma a la melodía. Con algún que otro retraso, por fin la semana pasada conocimos la “cancioncilla” que todos íbamos a cantar cada vez que alguno de nuestros deportistas subiesen a un podium, o en la antesala de algún partido de fútbol, baloncesto, balonmano…

Sin embargo, aquella comadrona que ayudó en el alumbramiento de la criatura, se lo ha cargado con pocos días de vida. Aunque ya desde un principio todo pareció un poco chapucero. Se conoció por una filtración que precipitó su presentación y la de su padre, Paulino Cubero. La letra era neutral, no tomaba parte de ninguna de “las dos Españas”. Pero, quizá por eso, recibió tantas críticas, la primera de ellas, de la Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.

Pocos apoyaron la letra que un castellano-manchego, cuya madre padece Alzheimer y sin trabajo, había creado para su Patria. Era la letra del trabajador, del hipotecado, de la España profunda. Y como las altas esferas no entienden de pico y pala, y mucho menos de llegar justos a final de mes, no dieron su beneplácito. No superó el difícil listón de la crítica. Ahora, su himno pasará al libro de las anécdotas y caerá en el olvido.

El COE rectifica porque, según Blanco, no se han logrado las premisas de unión y consenso. Se equivocó al presentarlo de manera oficial. Debería de haber utilizado la estrategia de filtrar la letra y esperar la reacción de la opinión pública para tomar una decisión definitiva. Y así no hacer el ridículo. Sin embargo, lo único que se ha ganado es que la siguiente propuesta va a estar sometida a un mayor análisis, amén de la consiguiente comparación con la de Cubero.

En definitiva: hay pocas cosas en el Mundo más difíciles que poner de acuerdo a todos los españoles.

A. Alvarez Rodrigo

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