El objetivo

El equipo ganador es el que se levanta el primero después de una derrota

jueves, 15 de enero de 2009

La Segunda B necesita un cambio

La crisis económica ha explotado también en el fútbol español. Los fichajes millonarios de finales de los noventa han desaparecido de la Primera División. Ahora, clubes como el Deportivo, Racing de Satander o Málaga, pese a estar en la máxima categoría, carecen de un patrocinador oficial que respalde sus presupuestos. Algunas entidades han puesto topes salariales a sus jugadores para evitar despilfarros, como es el caso del Real Valladolid.

Pero la situación se agrava si bajamos dos categorías. En el desconocido y oscuro mundo de la Segunda División B el panorama es aún más desolador. El año pasado fueron notorios las situaciones del Algeciras y del C.D. Logroñes. Sus futbolistas estuvieron meses sin cobrar. Como los del Levante. Sin embargo, los deportistas del equipo valenciano tenían más relevancia pública y sus casos fueron más conocidos, aunque no por ello más graves. En la categoría de bronce del fútbol español los salarios son más reducidos. Los jugadores cobran como un trabajador de a pie y la falta de una nómina se nota mucho en la hipoteca.

A lo largo de esta campaña los problemas económicos de las entidades de Segunda B se han incrementado. El Granada, el Águilas, el Marbella, el Lanzarote, el Fuerteventura o el Ciudad Lorquí deben varios meses de sueldo a sus trabajadores, que aún así saltan al césped cada semana. Ellos no pueden hacer huelga, porque si un equipo no juega dos encuentros, desciende de categoría y la situación se agravaría. Es el caso del Portuense, donde varios componentes de la plantilla han pensado en realizar un plante.

Otro caso muy exponencial es el del Terrassa. Su frágil economía no le ha permitido aprobar el plan de viabilidad con lo que se ha disuelto la S.A.D. y el futuro de la entidad, que no hace mucho estuvo en Segunda División, está en peligro. En Eivissa, donde hace unos meses recaló Javi Moreno para más tarde irse por los problemas económicos, han decidido reducir los salarios de los jugadores. Igual medida ha tomado el Vecindario. En Zamora, por su parte, la retirada de varios de sus patrocinadores ha obligado a la junta directiva a desprenderse del director deportivo y de dos jugadores, aunque la plantilla sigue cobrando puntualmente.

El panorama de estos clubes debería hacer reflexionar a la Federación Española de Fútbol para reestructurar la Segunda B. Cuatro grupos de 20 equipos se antoja muy complicado de sostener. Una de las soluciones sería pasar de 80 a 40 clubes. Reducirla a la mitad para así hacerla más competitiva, equilibrada y saneada. Algo similar se hizo esta campaña en la División de Plata de fútbol sala, donde los tres grupos de 15 equipos han pasado a dos de 11. Algunas entidades viven por encima de sus posibilidades y al final lo pagan los futbolistas que acaban engañados y sin cobrar.


A. Alvarez Rodrigo

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