A veces en el deporte hay que tirar de historia. Les invito a retroceder hasta los albores de los 60, a la temporada 1961-62. Copa de Europa de baloncesto para el Real Madrid, entonces entrenado por el gran Pedro Ferrándiz. El conjunto blanco, que no había llegado a ninguna final de la competición continental, se había reforzado a conciencia para seguir los pasos de su hermano futbolístico y conquistar el preciado trofeo.
En el duro caminar, en octavos de final, el Madrid se enfrentaba al Ignis de Varese. El partido de ida, en Italia, según cuentan las crónicas, fue un auténtico infierno, pero el equipo blanco dio la cara hasta el final. Entonces apareció el genio de Ferrándiz. Con los americanos fuera de combate, empate en el marcador y a falta de dos segundo, el alicantino solicitó tiempo muerto para... ¡hacerse una autocanasta! Sí, sí. Ferrándiz prefería perder de dos que jugar la prórroga y caer vapuleado. Semejante estrategia obligó a la FIBA a erradicar esta laguna en el reglamento.
La estrategia de José Mourinho el martes fue mucho más sutil, aunque televisada en directo, más que nada porque el portugués tiene 20 cámaras encima todos los partidos. Sin embargo, realizó una estratagema que tiene cabida en el reglamento. Los técnicos o clubes que tachen de hipócrita o tramposo a Mourinho o al Madrid se estarán calificando como tal, porque no hay quien no haya utilizado la acción de provocar la ‘quinta amarilla’ para salvaguardar a un futbolista de un partido importante.
Ferrándiz escogió perder para luego ganar. Su inteligencia, su ojo guerrero le hizo ver que caer por dos era ganar. Mourinho, capaz de ver más allá del resultado, perfeccionista él, ya pensaba en los octavos de final. Planteamientos como la ‘autocanasta’ hicieron grande a Ferrándiz; estratagemas como la de Ámsterdam han hecho que Mourinho sea un ganador ¿Por qué criticarlo entonces si en el reglamento no está sancionado?
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