Un nuevo fracaso del Real Madrid. Todos han sido duros, pero en esta ocasión duele más por varias razones: la millonada gastada en verano, la esperanza de la afición, la final en el Bernabéu. Motivos, hace un día, que espoleaban a los madridistas hacia una noche mágica, y que ahora pesan como una losa: ¿para qué tanta inversión? ¿Ganará el Barça la Champions en Madrid? Parecía que el 2-6 había sido el culmen de los males, pero aún puede ser peor.
La pregunta que se deberá estar haciendo ahora Florentino Pérez es clara: ¿Y qué hago? Respuestas, a patadas. Cada uno tendrá la suya, cada aficionado tiene claro a estas horas de quién es la culpa, a quién hay que elegir de chivo expiatorio. Todo apunta a Manuel Pellegrini. Sinceramente, tenía esperanzas en el chileno, pero, a día de hoy, me ha defraudado. En dos momentos claves de la temporada le han dado una lección táctica: primero Anquela y, ayer, Claude Puel.
Sin embargo, ¿es la solución cargarse al entrenador? Puede ser, pero el Real Madrid lleva muchos años fagocitando entrenadores a un ritmo demencial. Me he acordado del mal inicio de Frank Riijkaard en el Barça. Y luego, ¡miren que resultados! Quizá por ello sea el momento de la “templanza”, como dice Valdano, confiar en el proyecto que se creó en verano, y esperar resultados para la temporada que viene. Porque ésta, ayer, quedó ya vista para sentencia en Concha Espina.