
Durante los últimos cuatro años se palpaba que los parisinos sufrían al ver triunfar a Nadal en su arcilla. Reconocían la superioridad del manacorí, pero a regañadientes. El comportamiento mostrado el domingo pasado en el encuentro que enfrentó al número uno de la ATP y actual campeón del torneo ante el desconocido Soderling fue la gota que colmó el vaso. Los gritos a favor del sueco estuvieron fuera de lugar y dejaron una mala imagen de la afición gala.
Siempre he reconocido la inteligencia y el buen estar de los franceses en el mundo del deporte. Tienen uno de los diarios deportivos más serios y respetables del mundo por su imparcialidad y buen periodismo. Sin embargo, vamos a decirlo claro: a los gabachos les jode que Nadal gane Roland Garros; que Induráin, Pereiro, Contador y Sastre se lleven su Tour; que España sea el país con más Ligas de Campeones, torneo de iniciativa francesa; y que un asturiano conduzca su cochecito de Fórmula Uno.
Señores vecinos de más allá de los pirineos, siempre nos miraron por encima del hombro, pero ahora van a tener que acostumbrarse a mirarnos a la altura de los ojitos porque España vive su edad de oro en el mundo del deporte. Comportamiento como el domingo es propio de niño envidioso y estúpido.
A. Alvarez Rodrigo
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