El objetivo

El equipo ganador es el que se levanta el primero después de una derrota

miércoles, 28 de octubre de 2009

Sobre Megía Dávila, aficionado del Real Madrid

Hace casi un año (exactamente el 6 de noviembre) este diario digital ( Diario Siglo XXI ) me publicó un artículo en el que reflexionaba sobre unas declaraciones explosivas de Iturralde González. El árbitro vasco afirmó en un medio de comunicación público ser aficionado del Ahtletic de Bilbao. Declaraciones fuera de lugar para un colegiado que está en activo y que, como dije entonces, puede juzgar de manera indirecta a ‘su equipo’.

Amén de que el señor Iturralde entendiera mal mi mensaje o no, sigo reafirmando que declaraciones así no hacen más que atolondrar un corral ya de por sí alterado. Además de echarse mierda a sí mismos, cuando los árbitros abren la boca sobre sus sentimientos futbolísticos provocan que todos desempolven las estadísticas y las manipulen a conveniencia de cada uno.

A principios de esta semana, el ex colegiado Megía Dávila confesó ser del Real Madrid desde pequeño. No veo nada malo en ello, amén de reafirmar algo sabido, pues ahora trabaja en el club blanco. Pero claro, una cosa es que se sepa y otra muy distinta que lo digas. ¿Qué ha pasado? Pues que ahora los periodistas han revisado el historial del colegiado madrileño, que estaba ya cerrado con lazo rojo en el fondo del cajón de los datos olvidados.

Resulta que Megía Dávila arbitró un par de partido en los que ‘favoreció’ al Madrid de manera indirecta. Uno fue cuando el equipo de Del Bosque le ganó la Liga a la Real. Resulta ahora, fíjense por dónde, que el colegiado madrileño dirigió un Celta – Real que le quitó el liderato a los donostiarras. U otro donde perjudicó al Alavés, al expulsar a Téllez, en la lucha entre madridistas y vitorianos por entrar en Champions League. Claro, de los partidos que ‘perjudicó’ al Madrid nadie dice nada, evidentemente.

Espero que Iturralde entienda ahora por qué dije hace un año que sus declaraciones eran dañinas para un ya enfermizo arbitraje español. Megía Dávila tiene la suerte de estar retirado. Iturralde no. Sigue arbitrando y puede que llegue el día en el que tenga en su silbato el destino de ‘su Ahtletic’.



A. Alvarez Rodrigo

jueves, 22 de octubre de 2009

El ocaso de Ronaldinho

El ocaso de un futbolista puede llegar por múltiples variables. Bien porque su rendimiento físico entra en declive, bien porque sobrepasa la treintena, o bien, como es el caso de Ronaldinho, porque decide echarse a perder por sí mismo, sin la ayuda de ningún factor externo. En dos temporadas ha pasado de ser aplaudido en el Santiago Bernabéu, a que los aficionados se rían de él, cuál mono de feria.

Es cierto que al final sus frondosos piños brillaron por la victoria del Milán. Pero hasta que los italianos empataron, la gran parte de los madridistas asistían entre carcajadas al lamentable juego de un brasileño que podía haber pasado a la historia, pero que eligió la discoteca al balón. Besó la gloria en el 2006 y desde entonces no ha dejado de tomarse copas, y no precisamente de celebrar títulos.

Garrincha o George Best fueron grandes estrellas del mundo del fútbol que se perdieron fuera del campo, pero que luego sobre el césped mantuvieron la compostura y un carácter ganador. Ronaldinho ha perdido frescura, eso está claro, lo que le ha llevado a perder también esa chispa, ese toque mágico que lo caracterizaba y dejaba embobado al personal.

Se puede decir, salvando las distancias, que el Gaucho ha ido por el camino de Paul Gascoigne, otro genial futbolista que prefirió la botella al balón. Lo bueno que tiene el brasileño es su edad, 29 años. Por delante tiene, aún, el derecho de tirar de un equipo como el Milán y un Mundial, lugar idóneo para resucitar.

A. Alvarez Rodrigo

lunes, 19 de octubre de 2009

Sobre el Mundial 2018

Tras el previsible fracaso de Madrid 2016 para albergar los Juegos Olímpicos, en España parece que todavía no nos hemos enterado muy bien de cómo les gustan a los comités y organismos las candidaturas para grandes eventos. Ahora la Real Federación Española de Fútbol se ha lanzado a por todas para conseguir el Mundial de 2018.

En principio, la intención es aceptable, ya que si nos quedamos sin Olimpiadas, albergar la Copa Mundial parece más factible. Sin embargo, en esta ocasión, al presidente Ángel María Villar no se le ha ocurrido otra idea que hacer una candidatura junto con los portugueses. Vamos, otro fracaso.

Lo digo porque Joseph Blatter ha repetido en incontables ocasiones que no le apasiona la idea de conceder otro Mundial a dos países, si uno de ellos tiene la capacidad para albergarlo solo. Se puede entender la solicitud que también van a hacer Holanda y Bélgica, pues son países pequeños. Pero, me atrevo incluso a decir que Portugal estaría más que preparada para albergar en solitario un evento de tal magnitud.

España, bueno mejor dicho, Villar nos está pillando los dedos con la tapa del piano. Nuestro país está sobradamente preparado para ir solo a por el Mundial de 2018. Además, ir junto con los lusos significa que muchas ciudades españolas que podrían albergar una sede se queden sin ella. Para tener la mitad, casi mejor no tener nada.

Además, la competencia parece feroz. Amén de la dicha anteriormente candidatura belga-holandesa, Inglaterra, Estados Unidos, Rusia y Australia también tienen la intención de presentarse. Los ingleses prometen mucho dinero en referencia a los ingresos; los australianos, la ventaja de no haber albergado ningún Mundial antes; los rusos, los mismo más el poder del petróleo; y los americanos, espectáculo y relanzar el “soccer” en un mercado apetecible.

En cambio España va de principio con un lastre.



A. Alvarez Rodrigo